A partir del siglo XIII, los vascos fueron uno de los principales protagonistas de la expansión oceánica.
En Euskadi, se producían entonces algunos de los bienes más preciados en toda Europa, sobre todo acero y aceite de ballena. Y desde aquí se transportaba también a Europa la lana producida en Castilla, Aragón y Navarra.
La flota vasca se hizo con el comercio entre el norte de Europa y el Mediterráneo, y esas relaciones establecidas durante siglos permitieron a los vascos enriquecerse con las influencias y aportaciones de la construcción naval de diferentes lugares del mundo conocido. Gracias a ello, a principios del siglo XVI los vascos llegaron a desarrollar la tecnología naval más moderna de la época. Nuestros navegantes eran requeridos por las expediciones más ambiciosas y sus navíos, los más eficaces de la época, podían llegar a cualquier rincón del océano Atlántico.
