Situarse en la mar: instrumentos y técnicas de navegación de la primera vuelta al mundo (1/3)

Alberto Rodríguez, Ingeniero Industrial, Técnico Superior en Navegación y Patrón de Altura.
15 ABR, 2020

La época de las grandes exploraciones y de las navegaciones transoceánicas planteó una serie de necesidades en el mundo de la náutica que llevó aparejado un cambio en el arte de navegar.

Las exploraciones marítimas se iniciaron principalmente con el objetivo de buscar nuevas rutas comerciales. Los navegantes portugueses, favorecidos por su situación geográfica, se lanzaron a mar abierto estableciendo la ruta de la India, contorneando el continente africano. Castilla, por su parte, no renunció al objetivo asiático y continuó con la búsqueda de “oriente por poniente”.

En consecuencia, se fueron desarrollando y adaptando los medios y conocimientos a la nueva situación, de modo que la construcción naval y la náutica en general experimentaron un extraordinario impulso trasformador.

El “punto de fantasía"

En una fase inicial se aplicaron las técnicas de navegación hasta entonces conocidas. Eran las usuales en el Mediterráneo,  adaptadas por tanto a este escenario para situarse en la mar.

En efecto, por las condiciones de “mar interior” no solían transcurrir largos períodos de tiempo sin que el marino pudiese avistar una costa conocida. Normalmente entre dos y tres días. Las distancias moderadas y la existencia de islas estratégicamente situadas determinaron un modo de navegación basado fundamentalmente en la estimación del rumbo y la distancia recorrida, con un  fuerte componente empírico sustentado en la experiencia.  Es lo que actualmente conocemos  como navegación de estima (Dead reckoning). La operación de reflejar la situación del buque sobre la carta se concoía como "echart el punto", y la situación del barco así obtenida se denominaba "punto de fantasía". Obviamente, los errores propios de las agujas náuticas, debidos a la declinación magnética, las variaciones de rumbo propias de una embarcación a vela, así como los errores en la apreciación de la velocidad del buque, daban origen a resultados variables. La misma calificación de “fantasía” daba a entender la incertidumbre sobre los datos  obtenidos. En definitiva el método estribaba en conocer la distancia navegada (velocidad y tiempo empleado) y el rumbo seguido. Todo ello en base a los medios disponibles.

Gracias a la "Relaçión del coste de la armada de las çinco naos que ban al descubrimiento del Maluco", que se conserva en el Archivo general de Indias (AGI.PATRONATO, 34,R,1), conocemos el uso de estos medios en la expedición de la primera vuelta al mundo.  Dentro del apartado “Cartas de marear y cuadrantes y astrolabios y agujas y relojes” que se embarcaron en aquellas naos, figuran, entre otros:

- 35 agujas de marear
- 4 cajas grandes para cuatro agujas
- 18 relojes de arena
- 6 pares de compases

Veamos ahora los métodos que utilizaron para calcular la velocidad, el tiempo y  el rumbo, elementos esenciales y disponibles entonces para situarse en la mar.

La velocidad

La forma elemental de calcular la velocidad del buque iba desde la apreciación “a ojo”, o por la estela, hasta echar un objeto flotante por la proa y contar el tiempo que tardaba en pasar por popa (una eslora). Así, se establecía la velocidad mediante una sencilla regla de tres. La llamada corredera de barquilla es un invento inglés posterior (William Bourne 1579). 

El tiempo a bordo: la ampolleta

A bordo, el tiempo se controlaba mediante relojes de arena o “ampolletas”, como se denominaban en términos náuticos. Aunque los había de varias duraciones, el más habitual era el de 30 minutos. La hora se ajustaba al mediodía, al tránsito meridiano del sol. El resto del día se regía a base de estos relojes.

Los encargados de ir dando vuelta a los relojes a su término eran los pajes y grumetes, lo que era fuente de errores por descuidos o incluso somnolencia. Al tiempo de voltear la ampolleta se tocaba una campana y era costumbre recitar una cantinela.

Ampolleta del s. XVI (Museo Naval de Madrid).

 

El rumbo: la aguja de marear

El instrumento náutico fundamental por excelencia es la aguja de marear o compás náutico. Conocida desde algún tiempo antes en el mar Mediterráneo, posteriormente pasó a utilizarse en los barcos de tradición atlántica. Los primeros testimonios de su empleo, en una forma primitiva (una aguja imantada sobre un flotador en una vasija con agua), datan del siglo XII.

Se popularizó con el nombre siciliano de “bussola” (brújula). Y al habitáculo se le llamaba bitácora “de bitacle o habitacle “ (cajita).

Periódicamente había que “cebar la aguja”, es decir, reimantarla frotándola con un imán natural.

En el siglo XIII, o a principios del XIV, la aguja imantada se modernizó. Se pegó por debajo de un disco que llevaba grabada una rosa de los vientos mediterráneos: Tramontana, Gregal, Levante, Siroco, Mediodía, Lebeche, Poniente  Mistral, con sus correspondientes variantes idiomáticas locales.

Generalmente, el Norte se marcaba con una flor de lis y el Este con una cruz (en referencia a Tierra Santa).  El italiano Gerónimo Cardano (1501-1576) añadió una gran innovación  al idear el sistema de suspensión que lleva su nombre para mantener la rosa en el plano horizontal.

Aguja de marear (Museu da Marinha de Lisboa MM.05263).

 

La distribución de la rosa en función de los vientos  mediterráneos carecía de utilidad para las navegaciones atlánticas.  Aquí, el círculo del horizonte se dividió en 32 direcciones equidistantes, o «cuartas», de 11,25º, aproximación  suficiente  para las necesidades de la época.

Carta náutica portuguesa del Océano Atlántico. BNF Galli

 

La declinación magnética: del "Nordestear y Noroestear de la aguja" 

Francisco Albo, Piloto de la expedición, menciona en alguna ocasión en su diario que las agujas "noresteaban".Y es que, como sabemos, el Norte de la brújula no se dirige al polo geográfico sino al polo magnético. Por tanto, era esencial corregir esa anomalía denominada “Nordestear y Noroestear” de la aguja, en función del sentido del desvío.

El procedimiento más usado fue el de comparar cada día la alineación de la agujaa con el Norte geográfico,  bien por marcación de la Estrella Polar o por la proyección de la sombra del Sol al mediodía. Se ingeniaron para ello diversos dispositivos consistentes básicamente en una varilla o una fina lámina colocada sobre la aguja, de modo que proyectara la sombra sobre la graduación de la rosa, para facilitar la comprobación.

Con la navegación de alta mar surgieron nuevas necesidades. En otras palabras: había que internarse en el océano y, en consecuencia, situarse fuera de la vista de tierra durante largos períodos de tiempo. En estas condiciones, la navegación por estima y “punto de fantasía” resultaba insuficiente.

A partir del siglo XV entró en práctica un nuevo método de navegación basado en la observación de los astros, del que trataremos en próximos artículos en este blog.

“Breve compendio de la sphera y de la arte de navegar” (Martín Cortés, 1510-1582).  BNE.