Desde su surgimiento en los años 70, la Historia de las mujeres ha sido una corriente historiográfica que ha tenido un considerable desarrollo, como bien denota la amplia producción científica de las últimas décadas. Con no pocos esfuerzos, las historiadoras e historiadores dedicados a este ámbito han rescatado e integrado a las mujeres en el relato histórico, hasta consolidar el campo.
Los estudios centrados en el tránsito entre la Edad Media y la Modernidad han sacado a la luz aspectos relacionados con la condición jurídica de las mujeres, su diversa participación en el mundo laboral, la situación que vivían en el seno de la familia y el modelaje de su poder decisorio a lo largo de los distintos estadios vitales, áreas de protagonismo social femenino como el mecenazgo, o la espiritualidad y religiosidad desplegada desde conventos y beaterios. En los últimos años, se ha comenzado a indagar en nuevas áreas como la de la “reginalidad”, referente a la autoridad ejercida por las reinas, o la de la “Querella de las mujeres”, nombre del movimiento de respuesta a la misoginia que afloró en diversos lugares de Europa entre los siglos XIII y XVIII.
Pero... ¿se ha logrado transferir todo ese conocimiento del mundo académico al mundo de la enseñanza? ¿La historia que se cuenta en los libros de texto y que se transmite a las nuevas generaciones en las escuelas ha hecho suyos esos saberes? No, aún no.
Análisis y crítica de los contenidos de los libros de texto desde una perspectiva de género
Los materiales didácticos actuales, y especialmente, los libros de texto, pueden ser criticados por distintos motivos desde una perspectiva de género. Primero, por el hecho de seguir anclados en contenidos históricos de corte político-institucional. Por ejemplo, cuando tratan la Edad Media, usualmente ponen énfasis en el desarrollo del reino visigodo, de Al-Ándalus o la expansión de los reinos cristianos; aunque también en aspectos como la sociedad estamental, los gremios, el Camino Santiago o el arte románico y el gótico. En las unidades referentes a la Edad Moderna prevalecen temáticas como la conquista de América, la Monarquía Hispánica y los reinados de los Austrias y los Borbones, junto a otras como el desarrollo del Humanismo, el Renacimiento, el Barroco o el Siglo de Oro.
Los libros tanto de Educación Primaria como de Secundaria en ningún caso recogen temáticas directamente apegadas a la Historia de las mujeres, como la reproducción, la crianza, los espacios de sociabilidad femeninos, sus redes relacionales, sus oficios y saberes, etc. Así, las funciones y espacios tradicionalmente asociados a las mujeres constituyen ámbitos a los que no se reconoce importancia ni significatividad histórica.
Por todo ello, en los libros siempre aparece una considerable menor cantidad de mujeres que de hombres, así en el texto como en las ilustraciones que lo componen.
En el texto, son verdaderamente escasas las referencias a mujeres con nombre propio. Para la Edad Media las citas se reducen a casos como el de la emperadora Teodora o la reina Isabel la Católica. Para la Modernidad, aparecen más soberanas, como Juana la Loca o María Luisa de Parma, y escritoras místicas, como Santa Teresa de Jesús. Con esos nombres se realiza muchas veces una historia “contributiva”, tratando del papel excepcional de unas pocas mujeres en un “mundo de hombres”, sin explicar qué hacían las restantes y porqué no las encontramos participando en determinados ámbitos.
La desproporción entre los personajes de uno y otro sexo en las imágenes de los libros es también grande, ya que las mujeres rara vez alcanzan a ser el 20%. Además, las funciones que se les agencian en el relato iconográfico no suelen contribuir a brindar una imagen de las féminas como colectivo diverso, ni a ilustrar sus áreas de acción social o visibilizar su papel como creadoras de cultura; sino que adolece en ocasiones de estereotipos y ausencias de género.
Uno de los aspectos que usualmente no se refleja en las ilustraciones es la presencia de mujeres en ciertas esferas de poder, como es el caso de las señoras feudales y abadesas que estuvieron en la cúspide de la pirámide estamental, o de las mercaderes que también alcanzaron una amplia influencia en sus comunidades:
Ilustraciones de libros de texto de Primaria de editoriales del País Vasco I
Asimismo, en ocasiones los talleres artesanos y casas de gremios aparecen regentados únicamente por hombres, al igual que sucede en las obras de construcción; ámbitos en los que se obvia la amplia presencia femenina que se dio en la época. Pero no solo eso, puesto que, además, no es frecuente encontrar menciones a oficios femeninos, que parecen ignorados y silenciados:
Ilustraciones de libros de texto de Primaria de editoriales del País Vasco II
Otro aspecto criticable de los libros de texto es relativo a la ausencia de mujeres cuando se explican algunas de las manifestaciones culturales de la época, como los monasterios o el peregrinaje por el Camino de Santiago, que se representan como espacios exclusivamente masculinos:
Ilustraciones de libros de texto de Primaria de editoriales del País Vasco III
Algunas propuestas
Puede afirmarse entonces que los libros de texto actuales aún ofrecen mayoritariamente un relato histórico de sesgo androcéntrico. Por lo tanto, es necesario equilibrar numéricamente a los personajes femeninos y masculinos que en ellos aparecen, revertir ausencias y estereotipos, ofrecer referentes femeninos diversos y, sobre todo, integrar nuevas temáticas que trasciendan la historia política y atiendan a otros aspectos más sociales del pasado.
Existen variados recursos y posibilidades de abordar la Historia de las mujeres en las aulas y a continuación, se plantean tres ideas en relación al periodo de tránsito de la Edad Media a la Moderna:
a. Las mujeres que gozaron de poder e influencia: señoras feudales, abadesas y mercaderes. Esas mujeres han dejado, por ejemplo, numerosas huellas en el patrimonio local que pueden servir de hilo conductor y otorgar significación a las propuestas didácticas: la calle dedicada a María Díaz de Haro en Bilbao, los sepulcros de las señoras del linaje de Ayala en el monasterio alavés de Quejana, la casa torre de María de Mendoza en Mártioda...
b. El mundo laboral femenino. Pueden usarse listados de oficios femeninos (horneras, regateras, parteras, seroras...) y pedir al alumnado que reconstruya en qué consistían. Unido a ello, se puede trabajar en identificar cuáles eran los espacios de sociabilidad femenina: fuentes, lavaderos, hornos, mercados, beaterios, conventos...
c. La Querella de las mujeres. Se pueden examinar y debatir fragmentos textuales, por ejemplo, extraídos de La Ciudad de las damas (1405) de Cristina de Pizán, figura importante de este movimiento. Se puede tratar de conectar pasado y presente, realizando una comparativa entre la situación y los posicionamientos de las mujeres de antes y de ahora.