Esta serie de cinco artículos aborda la asombrosa cantidad de falsedades que, a lo largo del tiempo, se han ido acumulando sobre la figura de Elkano. En el de hoy, revisaremos la 'damnatio memoriae' decretada por Cánovas del Castillo, así como el posterior movimiento del franquismo en sentido contrario, incluyendo al marino vasco entre las 'glorias nacionales'.
Este primer intento de Eustaquio Fdez. de Navarrete por convertir a Elkano en mito nacional, sin embargo, será rápidamente abortado. Tras el caos de la Primera República, la gente quería orden, y de proporcionarlo se ocupó Antonio Cánovas del Castillo. Un hombre cuya visión de España se resume en esta famosa frase suya: “Son españoles los que no pueden ser otra cosa”. Considerando el fracaso republicano la demostración de que el pueblo español no era apto para ser gobernado por una democracia, creó un régimen basado en la alternancia pactada en el poder entre diversos grupos de intereses, el famoso “turno de partidos” de progresistas y conservadores, institucionalizando el fraude electoral y la corrupción política y administrativa. Con el fin de asegurar la pervivencia de este sistema, inició una serie de reformas destinadas a controlar todas las esferas de poder. En el mundo académico eliminó la libertad de cátedra y en el político decidió acabar con los fueros, a los que consideraba responsables de la última asonada carlista y que eran percibidos por muchos españoles como un privilegio que favorecía a los habitantes de Las Vascongadas y Navarra frente al resto de los ciudadanos. En defensa del régimen foral se recurrió a la Historia, cuya mezcla con la política siempre resulta explosiva y contraproducente. Las hazañas de navarros y vascos son esgrimidas como un arma, y él reacciona tratando de hacerlos desaparecer. Los grandes marinos como Blas de Lezo —el héroe ahora de moda—, Churruca, Urdaneta o Legazpi es en este momento y por ese motivo cuando son condenados al olvido, y no por ninguna “confabulación extranjera”.
Recepción de Antonio Cánovas del Castillo como académico de número. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid.
Para luchar contra los incipientes “separatismos periféricos” reescribió la historia de España, una historia única, que no común, de la que se extirparon, entre otras muchas cosas, la gran aventura de la corona aragonesa en el Mediterráneo o los logros de los marinos vascos. Una historia única basada no en la de Castilla, sino en una visión pobre y mutilada de esta, centrada en el mito de un imperio, que, en realidad, había aniquilado las pujantes sociedades castellanas, aragonesas y navarras del siglo XV. Una historia única en la que muchos dejarían de reconocerse y que, a la postre, no haría sino contribuir a exacerbar esos separatismos que se propuso combatir. Su control del mundo académico le permitía despedir y contratar a catedráticos y profesores, y lo usó para rediseñar a su gusto las universidades y la Real Academia de la Historia.
Damnatio memoriae contra las figuras de la periferia
De todas las figuras “periféricas” contra las que decretó su damnatio memoriae, la más difícil de hacer desaparecer era Elkano, ya que su logro fue, nunca mejor dicho, mundial. Se optó entonces por minusvalorar su figura, en contraste con un casi divinizado Magallanes, siguiendo la estela marcada por la Iglesia Católica, la gran aliada política de Cánovas. Eso, además, le permitía congraciarse con el “Iberismo”, un movimiento bastante popular en aquel momento que abogaba por la unificación de la península ibérica en un solo estado. Sus académicos transformaron a aquel joven maestre de nao en una caricatura burlesca: un marino fracasado, analfabeto y mezquino, que se apropió por un injusto azar de la gloria que le correspondía a Magallanes.
Así lo deja claro Cánovas en el discurso que pronunció en la sesión de la Sociedad Geográfica de Madrid supuestamente en honor a Elkano. Cánovas del Castillo, su presidente (sí, también se hizo nombrar presidente) ante una nutrida audiencia de académicos, militares, políticos y diplomáticos extranjeros, lee un discurso inaugural, en el que, tras explayarse a gusto sobre la reciente guerra carlista, incluye perlas como esta: «…aquél modesto maestre, más práctico que científico y antes que capitán aventurero, que después de pasado el estrecho de Magallanes acertó [sic] a conducir la nao Victoria por el cabo de Buena esperanza hasta Sanlúcar, rodeando así el primero la Tierra. No sin largos años de indiferencia histórica por eclipsar su nombre el más grande aún de Fernando de Magallanes». Y después de repasar una lista de grandes marinos que no incluye un solo vasco, añade: «Magallanes sucumbió en lid […] sin poner término a su empresa. Guardó así la fortuna la gloria de la circunnavegación para nuestro modesto marino guipuzcoano. De ella, sin embargo, corresponderá siempre la mayor parte a Colón […] Bartolomé Díaz, y a Vasco de Gama […] Juan Díaz de Solís y Vicente Yañez Pinzón […] Magallanes descubre y atraviesa el estrecho […] por lo cual recibe más aplausos que todos […] Nuestro Juan Sebastián Elcano es, no obstante, el que acierta, en fin, a doblar, viniendo del estrecho de Magallanes, el cabo de Buena Esperanza, juntando y aunando así las inmortales empresas portuguesa y española». Mintiendo conscientemente, oculta que esa vuelta al mundo que simula conmemorar fue una decisión personal de Elkano en contra de las instrucciones reales, y que sin ella nadie recordaría a ninguno de los que participaron en aquella “Armada del Moluco”, incluido Magallanes.
A nivel académico, las corruptas estructuras que Cánovas creó se han mantenido casi inalteradas hasta nuestra Segunda Restauración, sobre todo en lo referente a la Historia, área a la que Cánovas prestó, como he explicado, una muy especial atención. Diversos clanes han ido intercambiándose entre ellos cátedras y sillones como si fueran cromos, limitándose a repetir lo que dijeron sus antecesores, sin consultar las fuentes y por encima de todo, sin criticar jamás a sus predecesores, colegas ni a los diferentes poderes políticos.
Buque escuela 'Juan Sebastián Elcano'.
¿Una gloria nacional en la toma de Orán?
Primo de Rivera, que buscó por primera vez la reforma del estado canovista y fracasó, quiso recuperar la figura de Elkano poniendo su nombre al buque escuela de la armada. Pero el último gran intento de transformarlo en un mito unificador nacional llegó con el franquismo, y es el que aún sigue vigente. Con una visión de España anclada en la defensa de la Iglesia Romana, verdadero pilar del régimen, en el “Imperio” y en la “Gesta Evangelizadora”, el franquismo decidió incluirlo entre las “glorias imperiales”. La idea de Eustaquio Fdez. de Navarrete fue retomada por unos “historiadores” convertidos en meros propagandistas del régimen. Pero se enfrentaban a varios problemas.
En primer lugar la edad. Gonzalo Fernández de Córdoba realizó la parte fundamental de su campaña en Italia, al menos aquella que implicaba algún tipo de actividad naval, entre los años 1495 y 1504, fecha de la caída de la Gaeta. Es decir, cuando Elkano tenía entre 8 y 17 años, edades a todas luces insuficientes para ser maestre de una nave de guerra. En 1940, solo un año después del fin de la Guerra Civil, Amado Melón Ruiz de Gordejuela en su obra: “Elcano-Magallanes o la Primera Vuelta al Mundo”, dentro de la colección “La España Imperial”, afirma ya, como si fuera algo cierto y demostrado, que Elcano participó en la toma de Orán y colaboró con el Gran Capitán. A partir de aquí, y para solucionar el problema de la edad, se adelanta su fecha de nacimiento de la conocida y probada de 1487 a una totalmente inventada y, por tanto, sin respaldo alguno: 1476. Así las cifras cuadraban. Convertida ya esta falsedad en “verdad oficial”, todos los libros de historia publicados durante el régimen la repiten, y aún hoy la inercia y la desidia hacen que se siga publicando.
Conquista de Orán, Francisco de Jover y Casanova, 1869. Museo Nacional del Prado.
En cuanto a la toma de Orán, en la que sí tuvo edad para participar, en primer lugar no hay la menor prueba de que estuviera allí, lo cual ya, de por sí, debería ser suficiente para que cualquier historiador mínimamente serio descartase esa afirmación. Además, la lógica también lo desmiente: la toma de Orán, como la de Bujía y Trípoli, fue una gran victoria que produjo un inmenso botín, tan grande que llegó a enfrentar al rey Fernando con su siempre leal cardenal Cisneros a cuenta de su reparto. En aquel entonces los barcos eran contratados y cobraban un dinero a la corona por sus servicios, que solía pagar tarde y mal, pero, sobre todo, se repartían el botín obtenido, descontado el “quinto real”. Los navíos que participaron en Orán obtuvieron enormes beneficios, mientras que Elkano no vio un maravedí y terminó arruinado. Pero, y por si todo eso no fuera suficiente, es que está fehacientemente demostrado que no estuvo en Orán. En el Instituto de Historia y Cultura Naval de Madrid, dependiente de la Armada Española, se conserva el listado de los que participaron en esa conquista, con los nombres de sus respectivos armadores y maestres, y en ningún punto se menciona a Elkano, del que lo único que sabemos por la carta de perdón real era que fue maestre y propietario de una nave que “los sirvió en el Mediterráneo y Levante”. No consta que participara en una acción armada, pero si fue así es mucho más probable que fuera en el desastre de los Gelves, en el que se aportaron barcos y tropas de refresco y que, como su nombre indica, fue una dura derrota que no dejó ningún botín a sus participantes.
Otro de los muchos problemas para su conversión en gloria del nacionalcatolicismo es que tuvo al menos dos hijos de madres diferentes sin que conste que nunca estuviera casado, por lo que se vieron obligados a hacer equilibrismos una vez más con su falseada biografía, en la que aparece como esposa la madre de su hijo Domingo.
En el próximo capítulo de esta serie dedicada a las motivaciones que subyacen detrás del injusto tratamiento que ha otorgado la historiografía a Elkano, veremos los distintos factores que, en la sociedad contemporánea, han incidido en el tratamiento dado al marino vasco.
OTROS ARTÍCULOS DE LA SERIE
LA ILUSTRACIÓN QUE NO FUE: Martín Fernández de Navarrete.
EL MUNDO ACTUAL: rechazo a la apropiación europea de la historia, conflictos nacionalistas en España, crisis del nacionalismo español y e irrupción de los “nacionalismos internacionalistas”. Aculturación general. Realidad del mundo académico en España.