El pensamiento de Elkano

Ekai Txapartegi, Prof. adjunto UPV/EHU. Departamento de Lógica y Filosofía de la Ciencia
5 ENE, 2022

La historia y literatura universal dictan que Elkano fue un marinero ignorante, un hombre práctico a quien la fortuna le regaló la primera vuelta al globo sin realmente merecerlo. La consecuencia de ese relato es que durante 500 años se ha olvidado y menospreciado su figura. Sólo se ha dado una excepción: Getaria.

Octubre de 1522, Corte de Valladolid.

Anglería conoció a un Elkano curtido, que acababa de dar la vuelta al mundo, con la mente abierta por todas esas increíbles experiencias. Sin embargo, Anglería no vio a ese Elkano, aunque lo tuvo enfrente. En su relato oficial, el cortesano adhirió a Elkano la pegajosa etiqueta de ‘ignorante’, una etiqueta que todavía arrastra a sus espaldas.

Ignorante: que ni siquiera merece ser mencionado por su nombre, simple marinero que pasaba por allí, plebeyo de manos recias, merluzo con olor a pescado, humilde, desdentado, iletrado que no sabe dirigirse al rey, autómata práctico, chófer de barcos, casco hueco que tuvo la fortuna de toparse con un casco de valiosas especias, icono primitivo del carácter vasco.

Desde entonces, no se ha intentado conocer el pensamiento de Elkano, ni siquiera en su tierra. La corte castellana le arrebató la voz y así se ha mantenido durante 500 años. El esfuerzo para enmudecer a Elkano ha sido implacable. Cánovas del Castillo, el todopoderoso del siglo XIX, lo tachó de ‘humilde maestre’ y, en el siglo XX, el cosmopolita escritor Zweig lo tildó de ‘traidor’, curiosamente, invitando de nuevo a menospreciar las capacidades intelectuales y morales del marino vasco, en la línea de esa constante campaña de estereotipación.

Imagen: El desembarco de Elkano (Elkano 7), Julian Ugarte (1929-2015), 

Una investigación prohibida

Elkano tenía prohibido utilizar la cabeza para pensar y nosotros tenemos prohibido acercarnos a él como pensador. Salir de esa centenaria malla de prejuicios e intentar investigar su pensamiento todavía hoy es percibido como casi indecente, un atrevimiento que trastocaría demasiado las líneas de investigación establecidas. Anglería dijo que Elkano era ignorante y la cabeza de chorlito atornillada desde entonces a su figura no debe ser cuestionada.

El problema es obvio: Elkano pensaba. En el artículo “Juan Sebastián Elkano, ¿un humanista utópico del renacimiento?” que publiqué en la revista GOGOA el año pasado, adelanté la siguiente hipótesis: Elkano tenía tendencias humanistas, escribió en contra de los reyes belicistas, no estaba a favor de tendencias políticas expansivas y respetaba el paganismo. Desde entonces, y a pesar de las esperables reacciones iniciales, la mencionada hipótesis ha ido tomando fuerza. De hecho, querría hacer uso de esta entrada para dar continuación a las afirmaciones que hice en dicho artículo y presentar las novedades que van saliendo.

La hipotesis del Elkano humanista utópico

La hipótesis del Elkano antimperialista, en contra de las guerras y que soñaba con utopías, gana fuerza. La base de la hipótesis es la crónica de viaje del secretario real Maximiliano Transilvano. Sostengo que la última parte de aquella crónica, que relata lo ocurrido tras la muerte de Magallanes, es una traducción al latín del relato escrito por el capitán Elkano. Presento cuatro razones principales para ello. La primera de ellas es que Elkano como capitán debió escribir, y efectivamente escribió, aquellos sucesos entregando una copia al secretario real. La segunda copia, según él mismo, la dejó en Sevilla, en manos de Sámano. La segunda de las razones es que el secretario Transilvano no dio la vuelta al mundo, y que escribió el texto a todo correr, en octubre de 1522. No tuvo tiempo para inventarse nada sustancial. Tampoco tenía ninguna otra manera de conocer lo que había ocurrido en el viaje. Y tampoco es creíble atribuirle las ideas contenidas en la utopía de Borneo porque, simplemente, él no pensaba así. La tercera de las razones es de estilo; parecen dos crónicas en una sola: la de Magallanes primero y la de Elkano después, como si se hubieran pegado una detrás de la otra. La crónica “de Transilvano” no está escrita por la misma persona. La cuarta y la última de las razones es la más poderosa, y la más decisiva. Más tarde, en 1557, con Elkano ya 30 años muerto, cuando el historiador Fernández de Oviedo comparó ambos textos, confirmó que el de Elkano y el de Transilvano eran “quasi la misma”.

“Yo he seguido la relación que Johan Sebastian del Cano me dió, que es aquel capitán que volvió a España con la nao Victoria (como adelante se dirá), é quasi la misma relación que yo sigo escribió el bien enseñado secretario de César, llamado Maximiliano Transilvano, al cardenal Salceburgense.” (Fernandez de Oviedo 2011 (1535): libro XX. Capítulo 1, pag 15)

Si ambos textos eran casi iguales, Oviedo está afirmando que Transilvano tradujo a Elkano, ya que la inversa no es posible. Además, al leer cómo cuenta Fernández de Oviedo aquella parte de la vuelta al mundo, también se aprecia que es muy parecida a la versión de Transilvano. Por lo tanto, tanto Transilvano como Oviedo siguieron el relato escrito por Elkano que tenían delante. Ambos copiaron el mismo texto de Elkano, no se me ocurre ninguna otra explicación.

Por todo ello, se puede afirmar con cierta contundencia que ese relato de Transilvano recoge el de Elkano o que, al menos, se basa en el de Elkano hasta ser ‘casi el mismo’. Si todo eso es así, la conclusión es que Elkano pensaba por su cuenta: estaba de acuerdo con las tendencias humanistas avanzadas de la época (recordemos a Erasmo o a Moro), y se atrevió a imaginar en las islas malayas una utopía que contrastaba tanto con la política imperial de expansión castellana como con el carácter evangelizador y belicista de Carlos V.

Nuevos datos

La hipótesis ya es contundente, pero últimamente se han conocido nuevos datos que vienen a corroborar su credibilidad. A causa de la vuelta al mundo de Elkano, todo su recorrido anterior a dicha vuelta es bastante desconocido. Por lo que sabemos tenía 34 años cuando escribió su relato, en ruta de Malasia a Sevilla. Para entonces, llevaba dos años en el mar, lejos de Getaria. Por eso, para comprender su pensamiento deberíamos conocer su vida, su entorno e intereses de antes de emprender el viaje. Ocurre, sin embargo, que ese Elkano menor de 30 años es el que apenas se conoce, ya que todavía no era aquel famoso personaje que había dado la vuelta al mundo.

Afortunadamente, sin embargo, a causa del 500 aniversario se van revelando nuevos datos muy interesantes. En particular, hay dos que añaden credibilidad a la autoría de Elkano: su participación en la milicia de Getaria y que en 1520 Getaria se rebelara en contra del rey Carlos V.

Elkano, joven miliciano

Según las investigaciones de Azpiazu y Elorza (2021), en 1515 Elkano estuvo vigilando la frontera de Hondarribia con las milicias de Getaria, para evitar los ataques del ejército francés. Conviene recordar que el ejército francés llegó hasta Hernani en 1512. Junto con Elkano, había 12 getariarras más, entre ellos Iohan Elkano, el que podría ser su primo o familiar cercano.

De todas maneras, es esclarecedor que Elkano participara en la milicia de Getaria en 1515, principalmente por lo ocurrido posteriormente en Gipuzkoa, concretamente en 1520.

Getaria insurrecta

Cuando Elkano se encontraba en el Océano Pacífico, en Gipuzkoa estalló la insurrección. En diciembre de 1520, varias localidades de Gipuzkoa, entre ellas, Getaria, se rebelaron en armas contra el Rey. A día de hoy casi nadie conoce esa rebelión, quizás porque consiguieron su objetivo, ya que se trata de una de las pocas rebeliones en la que los vascos resultaron victoriosos, hasta el punto de que el Rey aceptó a todas sus demandas. Fue una de las demostraciones de fuerza más importantes a favor de los fueros.

Fue una insurrección dura, brutal. Las localidades rebeldes formaron un" ejército" de 6.000 personas para expulsar de la provincia a Cristóbal Vázquez de Acuña, corregidor nombrado por el Rey. En una ofensiva sorprendente, mataron a los seguidores del Rey que encontraron por el camino, quemaron sus caseríos y sus bosques y obligaron al corregidor a guarecerse en San Sebastián. Se acercaron hasta Behobia, a un paso de San Sebastián. El corregidor Acuña no quiso huir del territorio, y pidió ayuda al Rey, para que acabase con la rebelión por la fuerza. El propio corregidor firmó 30 penas de muerte por "Reveldes y desobedientes a sus reyes y señores".

“Los condeno a todos juntamente e a cada uno por sy a pena de muerte natural (…) los agan quatro quoartos, poniendo cada quoarto en su palo (…) sean deRibadas y deRocadas sus casas de morada por el suelo asta los cimientos, y sean aradas y senbradas de sal (…) Y condenoles mas a perdimiento de todos sus vienes muebles e Rayzes, acciones y derechos.” San Sebastian, 24 de diciembre de 1520

Imagen:Getaria, F.Ruiz (1700/1800)

Entre los condenados a muerte y descuartizamiento se encontraba Beltran de Unzeta, alcalde de Getaria. Sin embargo, el Rey dio la espalda al corregidor. Con la amenaza francesa tan cerca no le convenía aniquilar Gipuzkoa, “en especial por ser tierra yndispuesta y fragosa, y las más de las villas lugares cercados (…) no se podia seguir otro provecho syno destruyr yermar la provincia, y era ocupar tanta gente en esta enpresa siendo menester en otras inportantes”. El Rey llegó a un acuerdo con los rebeldes en enero de 1521, y ordenó que el corregidor abandonase Gipuzkoa, indultar a los rebeldes y respetar los Fueros. Los rebeldes vencieron y no hubo represalias contra los insurrectos.

Quédense con ese dato. Los familiares y vecinos de Elkano formaron parte de esa milicia armada e insurrecta contra el Rey. En particular, su cuñado Santiago Guevara, marido de Ines Elkano, y Domingo Elkano, procurador de las Juntas y que sería tío o primo de Elkano (ambos tenían el mismo nombre). El linaje y el pueblo de Elkano activos en la insurrección armada, para que el Rey respetase los fueros, las leyes, las costumbres y los privilegios de Gipuzkoa.

El peso del linaje

Sabemos que en el siglo XVI no se actuaba de forma individualista. La explosión del yo, el individualismo burgués y la moderna adulación de la subjetividad estaban surgiendo entonces, entre otras razones por la fuerza de los descubrimientos, dicho sea de paso. Todavía predominaba la mentalidad del linaje. Juan Sebastián era, ante todo, un Elkano, hijo de Catalina Puerto, vecino de Getaria.

Elkano no participó en la sedición, porque seguía en la vuelta al mundo, atravesando el Océano Pacífico de camino a Asia. Pero, si estuviese en Gipuzkoa, ¿qué hubiera hecho?

Hay quien todavía duda del posicionamiento de Elkano, porque no se puede determinar dónde estaría o qué pensaría de la rebelión, distinguiendo por una parte a Elkano y por otra a su pueblo y su linaje. Sin embargo, si tiramos del hilo, vuelven a reaparecer como inseparables.

Insurrectos en la expedición de Loaysa

Las consecuencias de la rebelión de Gipuzkoa no se terminaron en 1521. Varios familiares y vecinos de Elkano rebeldes al Rey en 1520, respondiendo a la llamada del propio Elkano, y en 1525 se embarcaron en la segunda expedición hacia las Molucas. Aquellos que se levantaron en armas contra el Rey participaron en su proyecto cinco años más tarde. Los mismos. Esos condenados por rebeldía y desobediencia, como su cuñado Santiago Guevara.

En 1525 el Rey seguía sin fiarse de aquellos guipuzcoanos, ni del propio Elkano. Era evidente porque privó a los vascos de todas las responsabilidades principales, incluso de aquellas que les corresponderían por méritos. Al propio Elkano le correspondía ser el Capitán General, pero el Rey nombró al noble y militar Loaysa por encima de él. La Corte no se olvidó de que cinco años antes sus vecinos se habían rebelado. Les perdonaron, pero no se olvidaron.

Elkano y el Rey tenían un trato comercial, ambos aspiraban a enriquecerse importando especias de las Molucas, pero sería un error interpretar ese acuerdo como que los dos pensaban igual o se fiasen el uno del otro. Para entender a Elkano hay que entenderlo junto a su cuñado Santiago Guevara. Sabiendo que cinco años atrás Santiago Guevara anduvo a tiros contra los monárquicos, ¿sigue siendo inconcebible que Elkano fuese desobediente?, ¿que no pudo tener opiniones críticas hacia el Rey, la guerra o la expansión imperial?, ¿que Elkano no podía escribir nada de eso en 1521, justo cuando sus familiares y vecinos protagonizaban en Gipuzkoa la insurrección armada?

Nadie conoce a Elkano mejor que Getaria

La historia y literatura universal dictan que Elkano fue un marinero ignorante, un hombre práctico a quien la fortuna le regaló la primera vuelta al globo sin realmente merecerlo. La consecuencia de ese relato es que durante 500 años se ha olvidado y menospreciado su figura, por mucho que Primo de Rivera y el franquismo lo trataran de recuperar reconvertido en un personaje militar e imperialista. Sólo se ha dado una excepción: Getaria. Haciendo caso omiso a las etiquetas de la corte, e ignorando totalmente la historiografía oficial, lo ha recordado tal y como lo conocieron. Getaria nunca se ha olvidado de Juan Sebastian.

Considero que eso también es decolonialismo, y merece que se reconozca su persistencia. Getaria tiene de suyas las gafas decoloniales que ponen patas arriba la propaganda estereotipada y menospreciante de la historiografía española de los últimos 500 años.

Al Rey no le gustaba Elkano y a Elkano no le gustaba el Rey, eso es más que evidente en sus dinámicas mutuas. Conociendo el contexto, con lo poco que sabemos de la juventud de Elkano, por su traumática experiencia bélica y los compromisos foralistas de Getaria, se entiende mejor la utopía de Borneo, el pensamiento antiimperialista de Elkano, su postura en contra de las guerras expansivas o su rechazo a la imposición religiosa.

Elkano proviene de la periferia amenazada, y miró al mundo desde esa perspectiva. Por eso, creo que debemos recuperar la manera en la que ven en Getaria a Elkano, ahí se conservan la cosmovisión de Elkano, las claves para interpretar su figura más correctamente. Al leer sus textos desde la mirada de Getaria aparece el Juan Sebastián de carne y hueso, que contaba con la inteligencia suficiente para interpretar las dinámicas culturales y políticas de la época.

Elkano realizó en su época las lecturas críticas propias de la periferia rebelde, no las de un ignorante, a pesar de esa manía condescendiente que tiene la Corte por igualarlas. Elkano no era un ignorante, sino una anomalía que había que neutralizar. ¿Qué anomalía? Ser de la periferia rebelde y convertirse en una leyenda mundial.