Asumimos este trabajo como una expedición al pasado y teníamos claro que para llevarlo a cabo con éxito teníamos que preparar nuestra mirada. De hecho, era imprescindible tomar conciencia de la distancia entre la lógica de hace 500 años y la de hoy, para entender lo ocurrido en aquella época y generar, desde ahí, aprendizajes para la sociedad actual.
Elkano y los demás navegaron con las estrellas como guía; y su objetivo fue regresar del viaje con las bodegas repletas de especias. Nuestro norte ha sido la creación de espacios de reflexión; y la meta de esta expedición, obtener aprendizajes de utilidad para nuestro futuro. De hecho, creemos que mirar al pasado debe servirnos para avanzar y para tratar de descubrir cuáles son los hilos que unen pasado y presente. También para abordar una reflexión sobre los relatos históricos que se han tejido con estos hilos, y sobre aquellos que están por tejer.
En definitiva, en la estela de la primera vuelta al mundo, hemos querido utilizar para el aprendizaje todo aquello que hemos encontrado en el camino. Ampliar nuestra mirada, aceptar las contradicciones internas, favorecer la reflexión. Esta ha sido la actitud que hemos mantenido en esta expedición al pasado que está a punto de concluir, como fórmula para hacer frente a las dificultades que entraña mirar al pasado.
Compañeros de viaje, ha llegado la hora de despedirnos. Nos vamos satisfechos, porque dejamos sobre la mesa un trabajo honesto orientado a generar nuevo conocimiento y nuevas preguntas, más que respuestas. El cuestionamiento permanente es la forma de hacer una sociedad más rica, es el camino para avanzar.
Gracias por haber formado parte de esta expedición. Así como la primera vuelta al mundo fue fruto del esfuerzo colectivo, esta trayectoria de la Fundación Elkano también lo ha sido, y si algo hemos aportado ha sido gracias a la generosidad de las personas, agentes e instituciones que nos habéis acompañado.
Hasta que volvamos a zarpar.
El equipo de la Fundación Elkano.